Por fortuna, durante muchos años, no he necesitado ir -a menudo- al médico de atención primaria de la Seguridad Social. En el nuevo barrio al que me he mudado hace cuatro años, en las pocas visitas que hice al Centro de Salud que me corresponde, comprobé que hay muchos pacientes en la zona. Ya por entonces el Centro de Salud estaba saturado. Las esperas telefónicas para las citas eran largas -a veces infructuosas- para contactar con alguien que diera hora para una consulta. Desde el inicio de la pandemia la cosa se agravó sustancialmente: ya nadie contestaba telefónicamente para ningún tema. Se han perpetuado las colas -en la calle- para entrar, para pedir hora, para resolver papeles, para ser atendidos, para cualquier cosa. Se percibía un claro problema de eficacia y gestión en el Centro de Salud.

Ahora -casi- todo para acceder a la Seguridad Social se hace telemáticamente. Aunque se consiga una cita programada, con día y hora, desde que han comenzado las huelgas de médicos de familia y de pediatría -a consecuencia de su lamentable situación laboral y económica- las citas médicas programadas no han sido posibles. Al estar de huelga el médico asignado, se derivan las urgencias a un médico de guardia del Centro de Salud, también saturado de pacientes.

A mediados del mes de enero de 2023, empecé a tener un dolor agudo en mi ojo izquierdo. Hace dos años me operaron de cataratas en ese ojo en el Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid. Mi ojo estaba cada vez peor y yo necesitaba que me atendiera un oftalmólogo: en ausencia de mi médico de cabecera, primero, fui al médico de urgencia del Centro de Salud, que me recetó una cosa inocua y aprovechó para darme una charla sobre la deplorable situación de sus colegas en huelga.

Evaluar personalmente que se tiene una urgencia médica es delicado. De antemano, yo tenía un cierto prejuicio sobre las horas que podrían pasar para ser atendida en el Hospital Ramón y Cajal, muy lejos de mi casa. Una tarde, con el ojo mucho peor, me decidí y fui a Urgencias. Pasé unas horas por el protocolo inicial y tuve la suerte de ser atendida por una doctora oftalmóloga, que estuvo presente en aquella operación de catarata mía de hace dos años. La doctora hizo con acierto su diagnóstico y extrajo de la córnea una diminuta grapa que se había soltado de la lente que me habían instalado. Casi de inmediato se me pasó el dolor. Comencé -cada dos días- mis visitas a Urgencias, hasta terminar de curar una conjuntivitis pseudomembranosa y, ahora, tengo el ojo restablecido por completo. Con paciencia y humildad, en las esperas de Urgencias -ante la situación de otras personas con problemas graves- pude comprobar la eficacia y diligencia de los diferentes departamentos del Hospital Ramón y Cajal. Un hospital tan enorme que necesita una enorme organización, sin duda.

Lamentablemente, los madrileños tenemos una amenaza política que quiere desmontar perversamente el sistema de la sanidad pública. Por mucho que se empeñen estos políticos deleznables, inoperantes y con intereses oscuros que nos gobiernan, para que se destruya el sistema de salud pública e implantar la sanidad privada, los ciudadanos hemos de resistir y luchar por nuestros derechos. Políticos que van minando las resoluciones y quieren privatizar la Sanidad que todos mantenemos y pagamos. La estructura de nuestra Sanidad Pública debe continuar, afianzarse y reformarse. Formar a médicos para que finalmente se vayan a otras comunidades, o al extranjero, porque en la Comunidad de Madrid no se les paga lo adecuado, ni se les valora, ni se les atiende a sus reivindicaciones, es un desastre y una pérdida económica enorme y de servicio para nosotros, los ciudadanos.

Volver a ver bien. Y ver cómo está la situación en Madrid, enfada. A punto de que haya una convocatoria de nuevas elecciones, a los ancianos madrileños nos han concedido la gratuidad -durante un año- del abono transporte. Casi les falta que nos regalen unas cacerolas para que los votemos. A los que están en el poder autonómico y municipal actualmente, yo NO les voté nunca, ni les voy a votar. Estos políticos son demasiado peligrosos y tendenciosos: nos quieren convertir en unos paganinis de lo privado, cuando los impuestos que pagamos son suficientes para que la sanidad y los sueldos de los sanitarios sean adecuados y nos den el servicio que necesitamos.

Los ciudadanos necesitamos mirada limpia y claridad, para distinguir los oscuros intereses económicos y los intríngulis políticos que nos envuelven y axfisian.

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