Buenas noches señoras y señores:

Les agradezco de antemano su atención.

Me llamo Juana Andueza. Para simplificar diré que soy una artista: pintora, escultora, escritora y actriz.

Ayer, 18 de Febrero de 2018, he cumplido 69 años, lo que yo llamo 69 vueltas al Padre Sol. Y hoy, lo celebro con ustedes.

 

Mi periplo vital ha sido muy intenso y accidentado, lleno de obstáculos, pruebas, lecciones. Miles de batallitas podría contarles. No ha sido fácil pero me ha guiado la inocencia y el entusiasmo.

¿Cómo se sabe que se es un artista? Siéndolo. Hasta en las cosas mas nimias y cotidianas.

Los niños son artistas puros. Los niños juegan, crean mundos, están conectados a un campo cuántico lleno de infinitas posibilidades.

En casa de mis padres no había apenas nada, ni un solo libro pero, mi inmensa curiosidad y mi deseo de aprender, me convirtieron en lectora. Y escritora, de muuuchos cuadernos.

De joven, fui poeta. Tengo escritos muchos cuentos, relatos, dos novelas sin publicar aún en papel, una en Amazón, guiones para la emisora Onda Cero, libretos de teatro. Cartas, muchas cartas.

Desde hace poco, tengo un blog en Internet.

 

De niña, en las paredes del bar de mi padre Lorenzo Andueza, con tiza, hice miles y miles de dibujos. Seguí dibujando, siempre, hasta ahora. Gran parte de mi oficio como pintora emergió en mis interminables horas de estudio y observación en la Academia más importante y libre que tenía a mano, el Museo del Prado. Y en mis viajes visité muchos museos.

Llevo muuuuuchos años pintando y he pasado por varias y distintas etapas.

Casi siempre han sido las mujeres, yo misma, mi inspiración.

Empecé a aprender pintando paisajes, bodegones y retratos, hasta desembocar en aquellas putas entrañables de las calles del Madrid de los 80′ y 90′, a las formidables gordas, (yo fui gorda profesional cuando aquella gira fantástica de la Orquesta Mondragón, ya saben ellos las prefieren gordas, gordas…) Y muchos temas de los entresijos teatrales y musicales; camerinos, bambalinas. La verdad detrás de las patas de un escenario…

Dibujos eróticos.

 

Aquellos años de sex, drugs and rock and roll de aquel Madrid que casi nos engulló a unos cuantos, por fortuna, tuvieron un giro importante para mi gracias a un repentino despertar clarividente para salir de aquella vida noctámbula, y despertar para tomar la Senda de la Evolución Consciente.

Con humildad y perseverancia, conseguí limpiarme y conectar con mi alma, entonces, afloraron mis talentos y dones mas divinos. Una de mis más eficaces ayudas fueron aquellos diez años  en que estuve desarrollando los dos libros de Alicia en el País de las Maravillas. Pinté cuadros, hice dibujos, esculturas de reciclaje y me convertí en una coneja dicharachera que ha hecho muchos pequeños espectáculos, contando cosas desternillantes.

Esa Senda Evolutiva me hizo vivir en varios países del continente africano, de Norte a Sur y de Oeste a Este, desde entonces, pinto mujeres y animales…

Resultaría abrumador mostrarles la totalidad de mis creaciones y mis andanzas artísticas por eso, solo les voy a mostrar algunos cuadros y dibujos recientes. Les paso estos tarjetones donde pueden entrar a conocer mis cosas tranquilamente en otro momento.

Lo confieso, soy una autodidacta en todo pero, con una intuición inmensa.

Lo mejor de mi carácter, aparte del sentido del humor, el motor de mi vida, ha sido siempre la actitud: un ánimo, un impulso del ánima para estar dispuesta positivamente.

La alegría de vivir. El reto de aprender.

¡Qué gran escuela es la vida! ¿verdad?

 

El cine, el teatro, la literatura, la pintura, alimentaron las grandes carencias que yo traía y me formaron una estructura en donde vivir.

Ese es mi país, el Arte en toda su extensión.

Acercándome tanto a un escenario, a una pantalla de cine, a un concierto o a un espectáculo de cualquier índole, me convertí en actriz.

Me habitan varios personajes que afloran cuando menos me lo espero. Algunas veces me los regalan para interpretarlos y, otros, me nos invento yo. He rodado películas, he interpretado personajes en el teatro y en la calle, He hecho televisión, publicidad, tantas cosas…

No es fácil ser artista, desde luego. Todo consiste en perseverar. Indagar. Hacer.

Cuando me preguntan de qué vivo, yo siempre digo que de milagro porque existen los milagros. Este es uno, hablarles a ustedes y que me demuestren tanto cariño y respeto.

Para ser artista sólo hay que confiar, fluir, creer en una misma, averiguar quién se Es, con mayúscula.

El pensamiento crea nuestra realidad. Hay que dirigir y domar la mente, canalizar la información sutil que nos impregna. Conocer el Ser que Somos y todo se torna mas fácil, menos sufriente.

Los artistas re-creamos esta Creación inconmensurable, somos canales de una Mente infinita.

El arte es una inspiración, solo hay que observar, meditar. Respirar y extraer de ese Internet Cósmico todas las Ideas que pasan para hacerlas nuestras y desarrollarlas. Todos somos artistas. Si recuperamos la niña, el niño que somos, podemos manejar nuestra pureza y recordar lo que Somos en Esencia. Estar alegres y jugar. Mientras, ya puede hacer ruido lo que nos circunda.

 

Ah, ya veo que llevan un buen rato valorando mi indumentaria, claro, ésta alfombra que hace de vestido tiene que ver con la pieza que vamos a ver…

Mi amado amigo, Javier Muñiz, me ha invitado a presentarme en este magnífico lugar. Lo más adecuado he creído que sea mi primera película como realizadora: Flygande Mattan, (Alfombra Voladora, en sueco). Un acto total de reciclaje, puesto que como acepto muchos trabajos para ganar dinero, en aquel momento en que me ofrecieron coser y ensamblar unos pesados trozos de alfombra en un lugar espectacular y devastado, para aprovechar aquellas horas en aquel ático, casi abandonado, pensé en realizar esta pieza, sencilla, con ayuda de mi joven amigo Alex Diéguez que anda por aquí.

Ya que estamos en Casa Decor, qué menos que traerles una alfombra voladora, para eso me he vestido con la indumentaria necesaria, ya ven, no se puede llevar mucho peso encima de una alfombra que vuela, una cantimplora, una brújula, solo lo imprescindible para no despeinarse.

Estamos en un lugar en donde muchos artistas han creado espacios llenos de belleza e ingenio.

La decoración nos instala fantasías en nuestra vida cotidiana.

Recién estrenados mis 69 años, (todo el mundo dice qué erótica fecha), les recomiendo que disfruten del paseo por este edificio y compren lo que necesiten.

A su disposición están mis obras artísticas, cuadros, dibujos, esculturas, personajes… Yo misma…

Para eso les he pasado los tarjetones, en cualquier momento, podemos quedar y charlar y conocernos.

Les invito a merendar en plan Alicia, cualquier día, en mi casa, para ver las piezas.

Ahora, visionaremos mi corto y volaremos juntos. Luego, Casa Decor les invita a un vino.

 

Ah, no dejen de soñar, de hacer de su vida una obra de arte. Confíen es sí mismos. Tengan plena alegría de vivir.

Poner Arte a la Vida es valorar lo más humilde, insignificante y cotidiano. Tengan coraje para evolucionar.

Les recomiendo que sus corazones no se queden parapetados detrás del miedo y las arquitecturas mentales. Tengan empatía con el prójimo. y mucha paciencia con ustedes mismos.

Desnuden su verdad de disfraces sociales. Jueguen. Aprendan. Disfruten.

Fomenten sus milagros. Flipen.

Ya saben, por cien euros se puede comprar una alfombra voladora pero, por nada, ustedes pueden volar al rincón más lejano del Cosmos con su Imaginación, no la frenen nunca.

Vuelen, ensamblen su propia Alfombra voladora y recorran la vida desde cierta altura en donde puedan observarse.

Ah, antes de despedirme les regalo una historia del Rey Salomón: Uno de los reyes más influyentes de Persia, que tenía también su propia alfombra. Salomón recibió su preciado tesoro como regalo de la Reina de Saba y era tal su tamaño que cabía todo su séquito: las personas a la derecha y los espíritus a la izquierda. Además, tal era el poder de ese monarca, que el viento cumplía sus órdenes, asegurando que la alfombra avanzara en la dirección correcta. No queda ahí la cosa, un dosel de pájaros protegía a los transportados por el sol.

 

Y ahora, les dejo con mi película.

Muchas gracias.

(Texto íntegro leído e interpretado por Juana Andueza el 19 de febrero de 2018, con motivo de la presentación del cortometraje “Flygande Mattan” en el auditorio de Casa Decor en su 53ª edición)

Lo han escrito tantos -tantas veces- eso de que la pintura es como la cocina. Lo he comprobado yo -tantas veces- el arte es como cocinar. Los seres humanos re-creamos constantemente, con el fuego del alma, el brasero de la imaginación y el sopicaldo de la sangre borboteada, casi todo lo que produce la Gran Patata Madre Tierra.

Arte y Vida es lo mismo: un gran juego en el que algunos seres estamos -con delantal y cacharrería- para aprender y dar. Para recibir y dar. Volteando varias veces al aire esa tortilla jugosa de la vida que nunca se quema si se cuida, que cuaja cuando quiere y que para consumirla, hace falta hambre.

El primer llanto del ser humano es por hambre. El instinto busca la ubre. Se necesita comer para combustionar la energía propia. Se necesita arte para alimentar el alma. Si no hay arte en la vida todo es comida basura. Hay arte en todo, si se sabe degustar, aunque los sabores sean amargos, picantes, ácidos o salados. Cualquier suceso es un ingrediente, cualquier ojo es un recipiente, cualquier palabra es la especie justa.

El talento es un capacho que se trae de la manita al nacer, en el fondo del recipiente hay ingredientes propios; nunca se acaba si se usa, esa es la magia del artista; cuanto más saca, más hay. Como dicen los Maestros, todo lo que no se da, se pierde. El capacho de una coneja convertida en maga, como yo, ha extraído materia del fondo infinito de su capacho. Las manos sacan, procesan y se materializan las recetas que están escritas en el aire. Vivir en la cocina ambulante de la vida no necesita más fogón que el campo, el parque, la calle, el océano o un sótano…

Tienen prestigio antiguo los hombres cocineros, los hombres artistas, los hombres científicos, los hombres que hacen paellas sangrientas con sus delirios de poder. Pero las cocineras del mundo han sido siempre las mujeres, en sus hornillitos, o fuegos, con sus vientres, menudo horno, dioss…

Algunas mujeres que hemos nacido artistas, con bisabuelos pintores, o no, como yo. Con un entorno propicio, o no, como yo. Con una preparación académica, o no, como yo, nos hemos dado, al cabo de los años, el diploma de la academia más anónima: ser autodidacta es una caída al vacío. Como le pasó a mi Alicia querida, me he precipitado mil veces en el torbellino de mi ignorancia, sin dejar de atizar mi fogón vivencial, sin quitarme el mandil, sin quitarme el humor, el pincel, el cuchillo o la escenografía teatral. Sin tener una familia femenina cercana, las amigas-hermanas que me ha regalado la vida, me han donado recetas de sus propias vidas, en la que yo he sido cazuela, especia, carne de ballena, hacha, bombona de gas, sal, coneja, tamiz, mantel, pez volador, aceite, tartera, servilleta, bebida, pan tierno, bayeta…

El festín de Elennette.

Elena Santonja Esquivias, adorada, querida y conocida por muchísimas personas a lo largo de su larga vida ha sido chef de su jugosa vida y pinche sin experiencia en la mía. Quince años mayor que yo, con lo que eso significa en una vida apasionada, se dejó amar por mí, sin ponerla pedestal alguno, con respeto y holgura. Hay amistades que necesitan fermentación. En plan tonelete, yo he reposado durante años su amistad sin imponer nada, escuchando sus infinitas anécdotas sin meter baza, sobre todo, estando tranquila dentro de su corazón. En algunas ocasiones, me la llevé de viaje a lugares lejanos, en los que intentaba tirarme por la borda en cuanto aparecía alguien dispuesto a compartir sus caprichos pero, en cuanto se descuidaba, yo me encaramaba de nuevo a su risa y, por allí, navegábamos sin rumbo.

Seductora, brillante y divertida, el festín de su abundante mesa personal, en la que estaba desplegada toda la batería intelectual para prolongar cada almuerzo hasta la noche, me ha regalado exquisitas migajas. En éste último año de su vida, me ha dejado rebanarla en lonchas finas, para una salmuera de conversaciones íntimas. Tras comerse la vida a bocaos, Elena ha tenido que hacer una digestión difícil y reposada en su cuarto, lleno de recuerdos; eso me ha permitido una intimidad excepcional, en muchas tardes de visita y servicio. Al lado, en la cocina, hemos conversado, bebido tazas de té, mojando risas y verdades.

Elena me ha dejado la mesa puesta y un curso de capacitación para usar, no el nitrógeno, sino los ingredientes precisos para nutrir, día a día, mi vida con amor y humor. Yo le he dado todo lo que ha querido.

El misterio de la muerte. En esos otros planos de la existencia, ¿estará ahora Elena en el vestíbulo de las almas, en donde se espera y se comprende ésta experiencia vital? Ay, tantos encuentros la esperan en el festín más sutil de todos. Pienso en eso mientras friego mis platos junto a un chorrillo de lágrimas alegres. Al llegar a ese lugar, cuando yo muera, preguntaré por Elena, a ver si me tiene reservado un buen lugar en una mesa opulenta, abundante y bellísima, presidida por el Gran Chef de todo esto, el Cocinero de nuestra Existencia. Hasta entonces, aún sin ella, me toca vivir y vivir y vivir…